lunes, 10 de mayo de 2010

EL EMPIRISMO











Una de las ciencias que más avanzó y se desarrolló en estos momentos fue la mecánica, una parte de la física que estudia el movimiento. El científico inglés Isaac Newton fue quien dio el gran impulso a esta ciencia, enunciando las tres leyes de la mecánica que explican el movimiento de los cuerpos.
Sin embargo, no puede decirse que la mecánica sea precisamente una ciencia enteramente racional, a pesar de que recurra al auxilio de las matemáticas. Las nociones en las que se funda la mecánica están recogidas directamente del conocimiento sensible y experimental; no puede, por lo tanto, negarse este tipo de conocimiento como un conocimiento válido para la ciencia, como pretendía el racionalismo.
Así, en los siglos XVII y XVIII hubo también toda una postura de pensamiento, denominada empirismo (de empeiría = experiencia, en griego), que defiende como único conocimiento válido aquel que alcanzan los sentidos, ya que, según ellos, cualquier idea de carácter racional que nos formemos, si se analiza, se comprueba que, o bien, procede de la experiencia, o bien, de otras ideas que, a su vez, tienen su origen en la experiencia. Por lo tanto, es, en última instancia, la experiencia, esto es, el conocimiento sensible, y no la razón, la fuente última de nuestros conocimientos. Esta postura la mantuvieron fundamentalmente los filósofos ingleses John Locke y David Hume.

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